Si lo que vas a decir no vale más que el silencio, cállate

Y si lo que voy a escribir no vale más que una página en blanco, no lo leas. Pues sí, es «no lo leas» porque si cuando hablo no tienes más remedio que oírme, cuando escribo no tienes por qué leerme. Así que no leas. ¿Pero qué haces? ¿Qué parte de «no leas» no has entendido? Mira, es fácil. «No» significa que no. Y «leas» es de leer, vamos, lo que estás haciendo ahora. Por tanto, lo que te digo es que no hagas lo que haces. Leer, digo, lo demás puedes hacerlo. Respirar y eso, está bien. Bueno, ni bien ni mal, es que hay que hacerlo. Es incluso más necesario que respires que que pares de leer. De hecho, si no puedes respirar sin leer, por mi ya está bien que leas, aunque te recomiendo cosas más interesantes.

¿Que no hay nada más interesante que esto? Pues estamos jodidos, porque a mi me parece una mierda… Vale, tratemos de arreglarlo. Voy a coger una noticia al azar y comentarla. Para asegurarnos de que sale algo con chicha, vamos a abrir La Razón, y la noticia que ha salido es esta.

Señor Miguel Ángel Fernández Ordóñez (cómo mola empezar así, es la señal de que vienen hostias), seguramente se cree usted muy inteligente con semejante afirmación. Seguramente se piensa que ser gobernador del Banco de España y hablar de economía española le da credibilidad de forma automática. ¡Vaya, qué gran deducción! Si hay paro, no hay pasta, si no hay pasta, hay préstamos que no se devuelven, y si hay préstamos que no se devuelven, la banca pierde dinero. Y si la banca pierde dinero, que es todo lo que tiene, se va a la mierda. Hasta aquí la clase de economía avanzada del señor Fernández Ordóñez. No sé cuánto cobra usted, pero a todas luces, demasiado. Desde un puesto como el suyo debería ser capaz de ofrecer algo más que eso.

Por ejemplo, a mi me parece mucho más necesario que alerte sobre la necesidad de suelas duras en épocas de crisis como esta. Ahora los zapatos nos duran mucho más a que antes, algo así como el doble. Y así tiene que ser, ya que nos estamos apretando el cinturón; aunque de cinturones hablaremos otro día. Pero los zapatos tienen las mismas suelas que en las pasadas épocas de bonanza, por lo que llegamos a utilizarlos la mitad del tiempo con la suela gastada, cuyas propiedades de confort, ergonomía e incluso transpiración se han perdido completamente. Esto, que puede parecer trivial, es el desencadenante de una serie de acontecimientos que pueden hacer tambalear nuestro sistema financiero. Pensar que la mitad de nuestro tiempo lo pasamos con las suelas gastadas es equivalente a pensar que, en cualquier momento, la mitad de la población se pasea por ahí con las suelas gastadas. Los pies acaban doloridos, acalorados y sudorosos. Obviemos los pies doloridos y sudorosos y centrémonos en la subida de su temperatura. Una subida de la temperatura, que tras experimentación personal cifro en cinco grados, en una familia de cinco miembros de una casa hace mucho menos necesario el uso de la calefacción. Piense, nuevamente que estamos hablando de la mitad de la población, así que todas las casas en las que vivan más de una persona se verían afectadas, además de la mitad de los pisos de soltero. Dicho factor de multiplicación, es mucho más que perceptible para las empresas energéticas, que experimentan un importante descenso de la demanda. Su solución es, por tanto, aplicar subidas de tarifas donde la demanda se ha mantenido, es decir, en las oficinas, donde el olor a pies es inadmisible. Mucho más en las oficinas bancarias, que están concebidas para la atención al público. Ante este aumento del gasto, los bancos se verán obligados contrarrestarlo con el aumento de los ingresos, es decir, la subida de los intereses, endeudando a las familias, que deben alargar, por tanto, aún más el tiempo de vida de su calzado, creando una rueda que lleva inevitablemente al desastre.

Este, señor Fernández Ordóñez, es el tipo de recomendaciones que esperamos de usted y de la gente que está en puestos como el suyo. Si lo que desea es vivir del cuento, no se preocupe, dimita y le pondremos una pensión vitalicia. Al sistema se la suda eso. Lo que no se la suda es que quien lo controla sea un patán que no sabe hacer la O con un canuto. Eso sí es importante.

Joder, ¿lo ves? Si es que tendrías que haberte leído la etiqueta del champú, que igual descubres que eres alérgico y eso sí que es importante.