Cuando no hay nada que contar

Cuando no hay nada que contar es mejor no contar nada. Bueno, no es que sea mejor, es que no hay alternativa (esto se parece sospechosamente a otro post muy reciente; estoy en las últimas), puesto que esta sería contar algo, pero no tengo nada que contar, así que no puedo contar nada. Salvo el hecho de que no tengo nada que contar, pero contar que no tengo nada que contar es una contradicción y hay que tener cuidado con estas cosas porque pueden hacer desaparecer el universo y toda esa mierda. Afortunadamente no ha pasado, así que debe de ser una contradicción pequeñita, de esas que puedes mantener durante un rato sin que pase nada. Y digo que no ha pasado porque sigo escribiendo, cosa que no podría hacer en caso de desaparición del universo. También hay otra hipótesis, y es que contar que no se tiene nada que contar no sea una contradicción y pueda seguir contándolo indefinidamente. Sí, parece absurdo, pero dado que el universo sigue donde y cuando está (al menos el mío), no parece una opción despreciable.

Sobre esto, la opción más evidente y que a todo el mundo se le ocurre es que Antonio de Nebrija pensara en la posibilidad de la destrucción total cuando escribió la primera gramática española y por eso decidió que se usaba la doble negación: literalmente, «no tengo nada que contar» es lo opuesto a «tengo nada que contar». Uséase, que sí tengo algo. La segunda opción es que Dios, que está por encima de chorradas y al que le importa tres mierdas que desaparezca el universo y que, como me enseñaron muy bien en el colegio, no dudaría un segundo en mandarlo todo a tomar por culo en caso de que alguien provoque una contradicción así, enviando su alma al infierno donde sólo se oye llanto y rechinar de dientes (qué recuerdos…), piense que cuando cuento que no tengo nada que contar, lo que digo es que fabulo que no tengo nada que enumerar.

Otra opción es que esto no es más que una sarta de mamarrachadas.

Despierta el culé que hay en ti

Lo de hoy es agónico: llevo dos días costreando de lo lindo. Ahora mismo estoy viendo el Sevilla-CSKA de la Champions que me importa tres cominos, aunque me recuerda a la eliminación del Madrid del otro día ante el Olimpique de Lyon (era ese, ¿no?). En circunstancias normales habría ido a favor del Madrid, pero la verdad es que estuve apunto de entregarme al onanismo después de ese partido. Tras haber escuchado a los medios merengues movilizar su maquinaria propagandística tras el empate del Barça con toda clase de imbecilidades, Dios (que una vez más demuestra cuáles son sus colores) les propinó un cruel aunque merecido castigo a su arrogancia. Yo es que me despollaba al día siguiente. Venga a cargar contra Pellegrini, Iguaín y su puta madre, pero ni una sola reflexión sobre ellos mismos y sus comentarios. Mención especial a J. J. Santos, una de esas personas cuya aportación a la humanidad es mucho más negativa que positiva. Vamos, que está en mi lista de «un revólver con seis balas». Tras cagarse en todo lo cagable, acabó los deportes con la supuesta alegría de los jugadores del Barça por la derrota del Madrid: esas imágenes de futbolistas riendo en un entrenamiento no dejaban lugar a dudas. Hijoputa, menos mal que es periodista deportivo y no de cosas serias.

Yo de fútbol sé lo justito, pero hay cosas de sentido común. El Madrid, aunque bueno, es muy irregular y gana a trancas y barrancas. El Barça es perfecto en todas las facetas. Por sistema. El Madrid jamás ganará la liga, a no ser que el Barça se la entregue. Y a callar la puta boca todos.

Quienes me conocen saben que no tengo precisamente simpatía por el Barça, pero es una maravilla verlos y, al contrario que sus hinchas, los jugadores son de lo más majete. Y el entrenador también, por mucho que ahora me vengan los medios merengues a tocar las pelotas con la expulsión del otro día.

Força Barça! (Por ahora…)

El rosario de la Aurora

Llevo una cozoncia (o cocimiento) importante y no sé cómo matar el tiempo para no irme a dormir en este estado, ya que lo más probable es que acabe como el rosario de la Aurora. Por cierto, menuda expresión más rara. ¿Qué le pasaría a esa tal Aurora mientras rezaba el Rosario? Yo, en mi etapa de beato meador de agua bendita, tuve unos rosarios de lo más tranquilito. Un coñazo, sí, pero tranquilitos. Y la verdad es que se me hace realmente difícil pensar en cómo un rosario puede acabar mal. Lo más que puede acabar es tarde. Hombre, siempre puede ocurrir algo jodido mientras rezas el rosario ese, pero es raro que sea consecuencia del propio rezo. Se me ocurre que lo rezara de rodillas, no lo hiciera sobre algo blando, se le cortara la circulación en dicha articulación y muriera por falta de riego.Teniendo el corazón en el tobillo, claro. Tal vez era el típico rosario que rezaba para pedir algo y no se lo concedieron. Menuda imbécil. Si rezar el rosario no vale para nada. Si sabes de la vida, porque Dios no existe; y si eres un mentecato, porque Dios te pone a prueba no concediéndote nada de lo que pides para luego premiarte en la vida eterna. Es un cachondo este Dios.

Acabo de caer en que la Aurora no sea una señora sino el amanecer.  Eso sí que no tiene ni puto sentido. El rosario de la aurora acaba… por la mañana. O en la misma aurora, antes de Juan Pablo II y sus misterios luminosos de los cojones. Que ya hay que ser pesado para darle más tralla a la oración más pesada de toda la fe católica. ¡Un 33% más de tralla! No me extraña que pierdan feligreses.

El caso es que ya se me está pasando la borrachera y voy a irme a sobar en breve. De todas formas, estoy convencido de que mañana, sobrio, me seguirá preocupando este tema, así que me encantaría que me iluminarais. ¡Hala, a la mierda!

No aprendo ni a hostias

¿Cómo coño puede ser que tras la cagada del año pasado, cuyas consecuencias aún desconozco, haya vuelto a pillarme el toro con la declaración de la Renta? Esta vez he tenido suerte y he encontrado, vía llamada a mi papi, el borrador a un día de finalizar el plazo. Si Dios fuera justo, me habría caído un multazo del copón. Afortunadamente, Dios es bueno y me he salvado.

Anda que si fuera, como me decían en el cole, infinitamente bueno y justo, y ante esta situación, se habría suicidado o me habría eliminado a mi y todo mi rastro (dependiendo de si fuera bueno o justo). Dios, menuda gilipollez.

Dios es culé

Estaba yo satisfecho, con mi mala leche canalizada y preparándome para disfrutar de todo esto con un buen plato de ensalada especial de la casa, cuando, justo antes de dar el primer bocado, se me rompe un vaso de coca-cola, cayendo encima sus minúsculos trocitos de vidrio. No sé qué pensáis vosotros, pero yo, por si acaso, lo interpreto como una señal divina que me dice que como me vuelva a meter con el barça va a pasar algo.

Así que, en virtud de mi seguridad personal: Força barça!!

P.D: Teniendo en cuenta que ha usado un vaso de coca-cola… ojito los anti-sistema.